Entre
los gladiadores romanos, la espada más utilizada era la gladius (corta, ancha, de doble filo y fácil de manejar), pero con
seguridad la espada más deseada era la rudis
(corta, de madera y sin filo), porque simbolizaba la libertad del esclavo.
Los
requisitos exigidos para tener derecho a la rudis
cambiaban con la época, a veces eran necesarias cinco victorias consecutivas,
en otras ocasiones tenían que ser diez. En la mayoría de los casos la regla de
las victorias no se respetaba, quedando a elección del dominus (dueño o señor), del emperador o del pueblo romano la
concesión de la aclamada espada.
A manera de ejemplo, la historia nos remonta
al primer día de inauguración del Anfiteatro Flavio (conocido popularmente como
el Coliseo Romano), en donde lucharon Vero y Prisco durante varias horas en una
batalla extenuante que culminó en la rendición de ambos gladiadores, quienes
soltaron sus espadas en señal de respeto mutuo, luego de lo cual, ante el
clamor del público, el emperador Tito tuvo que conceder a ambos la libertad
mediante la entrega de la espada de madera.

Para
finalizar, debemos hacer mención a que el gladiador que poseía la espada de
madera podía elegir seguir combatiendo, ya sea por placer, fama o dinero, tal
como le sucedió a Flamma, un temerario guerrero que prefirió continuar el resto
de su vida luchando en la arena a pesar de recibir en cuatro ocasiones la
espada rudis.
Este
artículo ha sido realizado por Alberto Quijano (@LuchitoQuijano en Twitter).
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