Conocemos como Guerras
Púnicas a aquellas guerras en las que se enfrentaron romanos y cartagineses, descendientes
de los antiguos fenicios. El nombre púnico proviene de la denominación
dada por los romanos a este pueblo de manera general (Pūnicī). En resumen, es el nombre dado a los tres
enfrentamientos bélicos entre las dos grandes potencias de la época.
A pesar de que la causa visible fue la anexión
por parte de Roma de la Magna Grecia (sur de la Península Italiana), la
verdadera razón que hizo que la primera guerra estallara fue la competencia
entre Roma y Cartago por el dominio del
Mediterráneo.
La Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.)
estalló primeramente tras el asedio a Mesina (264 a.C.) por parte de Siracusa. Los
romanos proporcionaron apoyo militar a los oscos (ciudadanos de Mesina),
mientras que los cartagineses ayudaron a los siracusanos. Tras la victoria
romana, la lucha entre ambas potencias se recrudeció hasta el punto de que Roma
se vio obligada a tomar la base cartaginesa de Agrigentum (261 a.C.).
Sin embargo, la gran potencia romana sufrió un gran revés al atacar
directamente Cartago. Fueron derrotados, pero se repusieron y en Palermo (251 a.C.),
y finalmente en las islas Égadas (241 a.C.), junto a Sicilia
derrotarían definitivamente a los cartagineses por primera vez con el tratado
de Lutacio.
Después de varios conflictos internos
cartagineses, Roma aprovechó para hacerse con varios territorios como Córcega o
Cerdeña. Para reponerse de las pérdidas, los cartagineses se expandieron por
Hispania, firmando el Tratado del Ebro (226 a.C.) con Roma, por el cual
prometían no conquistar territorios más allá de este río. Sin embargo, Roma
rompió este acuerdo cuando Cartago tomó Sagunto (221 a.C.) que, a pesar de estar en
la zona permitida, era aliada de Roma. El general al mando del ejército
cartaginés, Aníbal Barca, avanzó hasta las puertas de Italia, cruzando los
Alpes con un ejército que incluía, entre otros, elefantes o caballería. Venció a los romanos en batallas como Trebia (218 a.C.),
Tesino (218 a.C.)
o Trasimeno (217 a.C.). Sin embargo, la batalla que lo consagró
como claro vencedor de los romanos se produjo en Cannas (216 a.C.).
A pesar de esta aparente victoria, la alegría
cartaginesa no sería permanente puesto que Roma contraatacaría ganando
territorios y batallas a lo largo de todo el mapa (Capua, Siracusa...). En
Hispania, los hermanos Escipión recuperaron el mando de Sagunto y asestarían el
golpe definitivo a Aníbal con la batalla de Zama (202 a.C.)
en la que Cartago tuvo que prescindir de su ejército naval y fue restringida a
una pequeña área.
La Tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.)
fue un enfrentamiento principalmente económico en el que la ya debilitada
Cartago fue totalmente destruida por su latente competencia en el Mediterráneo.
Al acabar de pagar las indemnizaciones impuestas por Roma, Cartago se declaró
independiente y libre y trató de organizar su ejército nuevamente, apoyando en
su propia defensa a la ciudad de Horóscopo.
Con este rebote militar cartaginés, Catón el
Viejo, alarmado y disgustado, acababa todos sus discursos en el Senado con la
famosa frase Ceterum censeo Carthagem esse delendam. La orden de destruir
Cartago fue dada y, a pesar de condenar al general al mando de la resistencia,
Asdrúbal, la orden no fue revocada. El pueblo se reorganizó bajo el mando de
Asdrúbal, a quien se le concedió un armisticio y resistió un asedio de tres
años hasta que Publio Cornelio Escipión acabó entrando en la ciudad en el 146 a.C.
Tras una encarnizada lucha de seis días, los romanos tomaron Cartago y la
arrasaron, destruyéndola por completo.
Este artículo ha sido
realizado por Luis Torrijos (@latb99 en Twitter).
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