Críticos
del mundo entero lo definen como ‘el
poeta inmortal’, o incluso como ‘el
creador del simbolismo’, pero Horacio fue más que eso. Personaje influyente
en su tiempo, Horacio escribió los Épodos y las Odas, enmarcadas en el ámbito
de la poesía lírica romana del grupo de los Neotéricos, los verdaderos
encargados de difundir la lírica en el imperio.
Volviendo
a Horacio, pensemos, ¿por qué tanta influencia? Él sentó las bases de una
novedad en el género y en su época, evocando lugares o tópicos que se repiten
en varias composiciones. Así pues, en su poética encontramos siempre los temas,
por ejemplo, de la evasión a un lugar idílico o la lamentación de sus
desgracias.
El propio
Horacio rezaba en sus Épodos: ‘Beatus
ille qui procul negotiis,ut prisca gens mortalium paterna rura bobus exercet
suis, solutus omni faenore…’, es decir, ‘dichoso aquel (…) que dedica su tiempo a trabajar los campos paternos
con sus propios bueyes, libre de toda deuda’, lo que podríamos interpretar
como el deseo de huida de las obligaciones y un sentimiento de deseo a la paz,
a evocar ese locus amoenus y a
lamentar al dichoso aquel (beatus ille)
que puede permitirse ese lujo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFPkXnnY9zbui4QelF0VEZ-sRo0ZzR3UIH1fMadu12siEjOxejFkpvcnynBd0h6VqMLKVgKKxYAMjPjWLo-PndD7Cgx0iaivmvOzpjooIvPNGk7B0GDUlgTO0GqePKZbcK6IRl_f8sXI8/s1600/Retrato-de-Horacio.jpg)
Puede que
haya muerto hace 2000 años, pero el carpe diem se sigue siendo repetido, y
todos hemos pensado en ese locus amoenus
que tan bien retrataban los escritores renacentistas, entre ellos Cervantes. No
está muerto, está vivo en nuestro mundo, en nuestra cultura; ha pasado a formar
parte de nuestra historia.
A todo
esto, y en respuesta a aquellos que repiten los tan oídos tópicos de ‘el latín ha muerto’, ‘para qué estudiar una lengua muerta’, a
todos esos que piensen que es una pérdida de tiempo, es necesario recordarles
que somos la herencia de esos escritores que crearon el mundo antiguo, que nos
definieron.
Decía
Horacio ‘Non omnis moriar’ y ‘Exegi monumentum aere perennius’. Y así
es, nunca morirá del todo y siempre será recordado por todos, levantando, no
solo un monumento más duradero que el bronce, sino ha levantado algo aún más
duradero: la literatura universal.
Este artículo ha sido realizado por Santiago Martínez
(@SantiMartnezVen)
No hay comentarios:
Publicar un comentario