sábado, 21 de enero de 2017

Las lenguas romances en Europa

Pasada la estabilidad de la pax romana, estabilidad que parecía eterna, las gentes que habitaban los restos de tan glorioso imperio veían su ocaso desde un risco cuyo abismo estaba compuesto de incertidumbre. Mucho había cambiado, la lengua que hablaban era distinta a la hablada por sus análogos Republicanos y más aún a la que usaban sus escritores contemporáneos.

En esta lengua -conjunto de dialectos, más bien- casi todo el caso se había perdido, nuevos vocablos aparecían conforme los bárbaros penetraban el cadáver del imperio como un cuchillo atravesando el cuerpo de un rey moribundo que ha perdido toda gloria, equus se hizo cavallus e ignis, focus. Las palabras habían sido olvidadas junto a las cosas que definían y cada pueblo ganaba, con los años, nuevas caras, caras que le diferenciaban de sus vecinos. Llegó un punto en el que, mientras más lejos viajase uno, menos entendía el habla. 

Nuevas influencias empujaban al latín hacia otros lugares. En Hispania, por ejemplo, Al-Ándalus dio gran cantidad de palabras de origen semítico, en la vieja Galia no bastó con que los germanos cambiasen el habla, ahí la escritura también fue sujeta a modificación, habían nacido las minúsculas carolingias, las que hoy utilizamos.

Si bien las capas más altas denigraban estas nuevas formas de expresión, ni ellos mismos, con su lengua escrita de carácter artificial y muy rígida, obedecían todos los cánones del latín clásico y el idioma que se refugió en la iglesia no sabía tanto al de la añorada Res Publica. Tampoco tuvieron en cuenta que eventualmente toda esa “expresión vulgar” crecería en cambios y se volvería francés, catalán, castellano, portugués e italiano, todos dignos herederos de la lengua de lacio, tanto así que hoy día, como los escolares que injuriaban al latín “vulgar”, hay quienes se quejan de las expresión que esgrimen los pueblos que utilizan estas lenguas herederas sin tener en cuenta las maravillas que puede traer esa “mal habla”, esa “expresión vulgar”.

Este artículo ha sido realizado por Holbein Román (@Prosodium en Twitter)

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