Siempre se dice que el latín,
así como el griego, no tiene cabida hoy en día. Que es algo del pasado y que ya
no sirve para nada. La gente que suele mantenerse firme en esta postura
realmente no conoce que, muchas de las costumbres y la cultura que poseemos hoy
en día, procede de Grecia y Roma. Todas estas costumbres han sido adaptadas a
causa del paso del tiempo, de la religión, del cambio de pensamiento y demás
factores. Vosotros, lectores, seréis
quienes juzguéis las similitudes y diferencias entre las costumbres latinas que
explicaremos a continuación y la realidad de hoy día.
El primer aspecto que trataremos
será el matrimonio. Este se
corresponde con el término latino connubium
(además de otros) y era considerado por los romanos como un acuerdo o contrato entre
familias, lideradas por el pater familias,
cuya finalidad principal era la de legitimar la gens y preservar los cultos y costumbres familiares.
Existían también distintos
tipos de matrimonio. De entre los más famosos destacar el matrimonio cum manu o ad manus, en el que el marido
tenía derecho sobre los bienes de la esposa. En contraposición a este existía
el matrimonio sine manu en el cual
dichos bienes seguían siendo competencia del padre de la novia. Uno de los
aspectos a destacar era el uso del anillo
de compromiso. Sabemos que los romanos gustaban de todo tipo de ajuares y joyas
e incluso introdujeron la costumbre de que ambos contrayentes llevaran un
anillo como muestra de su compromiso y a modo de “firma del contrato”.
Como todo contrato obviamente
podía ser anulado por distintas causas. Estas podían ser la muerte de un
cónyuge, pérdida de la ciudadanía, adulterio y demás. A su vez, existían
alternativas al matrimonio como el concubinato
(convivencia de un hombre y una mujer con una serie de reglas) o el contubernio (convivencia de esclavos con
hombres libres o esclavos con sus semejantes).
Otro aspecto del que vamos a
hablar a continuación es del ámbito
funerario. Las ceremonias relacionadas con el funeral (funus) en Roma variaban según el rango económico del fallecido. Así
podemos distinguir funus militare, funus publicum o funus imperatorum entre otros. Este rango que giraba en torno a las
riquezas afectaba también en el sepulchrum
y su decoración, más monumental para las gentes ricas y mucho más humilde para
las clases más bajas. Además en Roma se hubo de moderar el lujo en los
funerales ya que las personas más ricas comenzaron a excederse en la decoración
y en el encargo de tumbas monumentales.
Todos estos tipos de funus anteriormente mencionados tenían
en común la celebración de una procesión funeraria (pompa) que solía hacerse de noche con el difunto conducido en un feretrum hasta la necrópolis situada
extra muros. Podemos destacar también la
creación de diferentes tipos de tumbas. Destacan
la
tumba en caja, las ánforas o las cajas de madera cerradas con clavos.
El último aspecto es el de las supersticiones en Roma. Podemos definir
la superstición como una creencia sin fundamento racional que consiste en
atribuir carácter mágico o sobrenatural a determinados sucesos aleatorios
durante la vida cotidiana.
Los romanos gustaban mucho de
estas creencias paranormales e incluso podríamos hablar de su trato en el
ámbito público y privado. En cuanto al primero sabemos de la presencia de augures y otros sacerdotes encargados de
la predicción del futuro o de procurar el bienestar de la ciudad realizando una
serie de ritos y cultos a los distintos dioses. Esta es la causa de la
realización estricta de los ritos en Roma. En el ámbito privado se alude a las
ceremonias en el lararium del hogar a
los distintos dioses domésticos.
Algunas de estas supersticiones eran, por ejemplo, la caída
de un cuadro, ver la luna nueva desde la ventana o tropezar al salir por el
umbral de la puerta.
En este enlace podéis leer la segunda parte de este artículo: Costumbres latinas de hoy (II):
En este enlace podéis leer la segunda parte de este artículo: Costumbres latinas de hoy (II):
Este
artículo ha sido realizado por Ana Belén García
(@anabgarcia20 en Twitter)
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